miércoles, 22 de abril de 2009

Pesos sin Contrapesos!

Desde tiempos inmemorables, ha existido un principio que es connatural a la idea moderna de democracia, muchos lo conocen como el principio de la separación de poderes, pero su concepción más difundida es la de pesos y contrapesos o checks and balances, frase generalmente atribuida al famoso pensador político francés Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu en su obra cumbre "Del Espíritu de las Leyes" .

Su formulación básica es bastante sencilla: Para la buena marcha de una sociedad democrática, es necesario que cada una de las ramas del poder público tenga la capacidad de limitar o balancear el poder de las otras, de forma tal que cada una de ellas sirva de fuente de equilibrio o de contrapeso a las otras y evitar de esa forma un poder excesivo o desmedido que ponga en peligro el sistema democrático en sí mismo.

Este sistema de pesos y contrapesos no es producto de una elaboración superficial, viene desde la antiguedad y se ha aplicado a diversidad de formas de gobierno. No en vano desde la antigua grecia ya había sido mencionado por Aristóteles en su obra "Política" y fue el motor fundamental en la promulgación de la Carta Magna de 1215, sancionada por el rey Juan sin Tierra.

Teniendo en cuenta que los vientos de reelección cada vez soplan más fuertes, vale la pena reflexionar nuevamente sobre el peligro que se cierne sobre nuestras instituciones en caso de una tercera reelección del Presidente Uribe, pues como ya lo han manifestado diversos sectores de opinión, una nuevo período del presidente terminaría por acabar la independencia de las ramas del poder público, sin considerar que se esté tratando de presentar como un referendo sobre su gobierno, pues existen principios más altos que la vana consideración de si se es o no uribista.

Tal y como lo mencioné en un escrito anterior (De la Reelección y Otros Demonios), uno de los propósitos fundamentales del contituyente del 91 fue el de reformular el sistema presidencialista tan arraigado en nuestra historia republicana, y para ello se trató, algunas veces con más fortuna que en otras, de imprimir a cada rama del poder público con un grado de independencia que asegurará que quien ejerciera la primera magistratura, tuviera un adecuado esquema de pesos y contrapesos.

Fue por ello que se determinó darle independencia a los diferentes órganos del estado, haciendo que sus períodos no coincidieran con los del primer mandatario. Así ocurrió con la conformación de la Corte Constitucional, donde se determinó que cada magistrado tuviera un período independiente de ocho años con la finalidad de que su conformación no fuera influenciada de manera predominante por un solo gobierno, o la Junta Directiva del Banco de la República en donde se diseñó un sistema de remplazo de dos miembros cada cuatro años con la misma finalidad, para citar solo dos ejemplos.

Todo este engranaje de pesos y contrapesos ya se nota algo desencajado en virtud de la primera reelección del Presidente Uribe, quien hoy por hoy, controla directa o indirectamente el Congreso, la Corte Constitucional -la misma que deberá en un futuro estudiar la constitucionalidad del referendo-, la Procuraduría General, la Junta del Banco de la República, e incluso la Fiscalía General -recordemos que el fiscal fue parte de su gobierno-. Esto sin contar con el enorme poder que se alcanza tras casi siete años en el Palacio de Nariño.

Es entonces sano para el País, para sus instituciones, que se promueva una nueva reforma a la constitución para permitir una nueva reelección del Presidente Uribe? Claramente No ! La Constitución no es un simple papel que deba ser modificado a los vaivenes de la política!, mucho menos se debe reformar en busca de favorecer una persona determinada !. El expresidente Pastrana llamó hace poco a esta afanosa pasión por aferrarse al poder "la enfermedad andina", solo espero que, como en otras ocasiones, esta enfermedad que ya afectó a nuestros vecinos, sea rechazada por ese gran sistema inmunológico que a pesar de nuestras innumerables dificultades nos ha permitido continuar siendo la segunda democracia más antigua de América !